En dos días vuelvo a casa.
Casa. Ese sitio en el que he vivido un mes, y ya siento que es más mi hogar que la ciudad en la que he vivido 20 años. Ese sitio en el que la ansiedad ha desaparecido, en el que la felicidad es real. Y la amistad aun más.
Una sorpresa. Una sorpresa me espera el viernes a las 18:30 en Rua Conde da Covilhã.
Y solo puedo pensar que has vuelto, que has vuelto por mi.
Para ti posiblemente sea solo amistad, para mi ha sido una conexión tan fuerte que me apreta el estómago.
Una relación que parece que funciona por semanas.
Una semana juntos. Y te fuiste, fue la primera vez en la que fui yo la que se quedo, la que dejaron sola.
Porto, Madrid, Hamburgo. Una semana en la que viajabas y me dejaste sola, dejaste esa conexión apagada. Y luego, volvimos a la rutina de hablar, hablar y hablar, de cosas sin sentidos y de cosas que tanto significado que nos saturaba.
¿Y ahora? Cuando yo necesito hablar contigo, que me distraigas, que me cuides, has desaparecido. Una semana, siete días sin saber de ti. Siete días de perdición.
Y cuando más bajo estoy, me dicen que hay una sorpresa esperando, y lo único que puedo pensar es que serás tú, con esa gran sonrisa inocente que tanto enamora.
Una semana, siete días. Una sorpresa.
