domingo, 2 de octubre de 2016

2 de Octubre

Me enamoré.

Me enamoré de esta ciudad. De sus días, de sus calles, de su gente, de los erasmus, de los chicos erasmus, de sus noches.

Oh, las noche de Covilhã son lo mejor que he visto nunca.
De lunes a jueves, todo es tranquilidad. Tumbarte en un parque y mirar las estrellas que nunca podrías ver en la calles de Madrid. Es un espectáculo. Ver la Osa Mayor y acordarte de tu hermana y de ese tatuaje que pronto estará en vuestros brazos.
Y los fines de semana, todo cambia. Las calles de llenan de gente, de felicidad y de ganas de comerse el mundo.
Pasarte horas bailando, no importa con quien ni donde. Te olvidas del mundo una noche más. Te olvidas de los problemas que te esperan en España. Te olvidas de esa ansiedad que hace dos meses que dejaste atrás.
La noche se baña de cerveza, tequila y vodka. La noche se baña en risas y bailes estrambóticos.
Sientes la noche pasar como si la vieses a través de un caleidoscopio.
Sientes que eres libre, que en cualquier momento vas a abrir las alas y empezar a volar.