Una botella de vodka de 5,30, un vaso lleno de hielo y una noche muy larga por delante.
Volvemos otra vez a esa rutina que solo queremos olvidar.
Sabemos que la respuesta a los problemas no es una botella de un litro de vodka en el estómago y las venas.
Sabemos que la respuesta a esa sensación de mareo no es un cigarro a cartón.
Y sabemos que la respuesta a ese malestar no es otro chupito de cualquier mierda que te dan en un antro de mierda.
Llegas a casa malamente, acompañada o sola. Tardas media hora en abrir la puerta y otra media hora en conseguir dormirte, ya que todo da vueltas.
Cuando abres los ojos, no sabes si sigues borracha o es la resaca mezclada con la ansiedad.
Te levantas más pronto de lo normal, y pasas el día tirada en la cama, viendo series.
Porque la ansiedad te puede, la ansiedad te controla.
Cada media hora vas a la cocina en busca de algo que te quite esa sensación de ahogo que te oprime el pecho.
Buscas algo que te llene, que te de sueño, para dormir y olvidarte de la ansiedad.
Cada vez que las cosas van mal, vuelves a lo mismo. Alcohol en el estómago, cannabinoides en los pulmones, heridas en el cuerpo.