lunes, 23 de febrero de 2015

Simple y llanamente.

A veces pienso que todo lo que me pasa por la cabeza, mi estado de felicidad falso son cosas de mi mente. 
Que me obsesiono pensando que no estoy bien, que no soy feliz. ¿Pero es realidad o no? 
Me despierto sin ganas, hago mi día a día deseando que llegue el momento de poder meterme en la cama. 

Pero es dormir, y vuelven las pesadillas. Gritar, llorar y hacerme heridas. Así es como me despierto, con el cuerpo arañado, la cara empapada de una mezcla de sudor y lágrimas  y la garganta destrozada de gritar

Llevo así casi cuatro años, y parece que no tiene intención de cambiar. Cuando un día las pesadillas me dejan tranquila, esos pequeños días de relajación, me levanto distinta, como si algo no estuviese bien. Pero esos días estoy llena de energía, no tengo que fingir ser feliz, y poner una sonrisa falsa. 

Adoro esos pequeños días en los que la tormenta se disipa, y puedo estar tranquila cuando me pregunten cómo estoy y no tener que mentir. 
Porque se ha convertido en una parte de mi. Mentir para que no se preocupen, para que no piensen que me estoy volviendo loca con toda esta inestabilidad. 

Pero que le voy a hacer, me niego a ir a psicólogos o psiquiatras para que me manden pastillas para dormir y me traten como si estuviese loca y me mandasen hacer terapias estúpidas que no servirían para unas semanas o unos meses. 

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