miércoles, 7 de octubre de 2015

7 de octubre de 2015

Perdí todo.
Perdí todo lo que me importaba. ¿Por qué? Porque tiendo a mandar todo a la mierda.
La ansiedad me puede, me controla, me dirige. Soy como una autómata dirigida por una persona cruel, que no te deja ni un minuto de descanso.
Hace que mi mente vaya a mil por hora, sin un segundo de descanso.
Agotamiento continúo, agobio continuo, ansiedad continua.
No se puede luchar, cuanto más intento escapar más me controla.
Hasta llegar al punto en el que exploto, salen las lágrimas solas. Pero eso no es lo peor, lo peor es volver a ver la sangre, las cicatrices, el filo.
Tener que esconderme, taparme, dejar de hacer las cosas que me gustan por el miedo. El miedo que juzguen a una persona que no soy yo.
Miedo a que piensen que la persona que me hace las heridas soy yo, y no esa persona cruel.
Porque nadie conoce a esa persona. No pueden conocerla. Porque ahí vendría la lástima. Los porque te haces eso, ¿no ves que es malo para ti?
Claro que lo veo y lo sé, claro que se que me estoy destruyendo poco a poco. Que estoy acabando con mi vida sin quererlo. ¿O si lo quiero?
¿De verdad me controla una persona cruel? ¿O soy yo esa persona cruel?
No, no soy yo. Es esa puta voz en mi cabeza que me dice: salta a las vías, acaba con todo este sufrimiento. Porque no es solo tuyo, la gente que te quiere sufre por ti, porque cree que estas bien, pero en tus ojos se nota el dolor, el sufrimiento.
Esa voz que me destruye, que me dice lo que no quiero oír. No lo hagas en horizontal, hazlo en vertical y acaba con todo. Ten un final feliz y sin sufrimiento, acaba con todo. Acaba con lo que te hace daño.
Desaparece, hazte invisible para el mundo. Deja ver a las personas lo que estas sufriendo, déjaselo claro así, porque tú no eres capaz de hacerlo. No puedes abrir la puta boca y decir lo que sufres.


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